Hay que seguir combatiendo la pobreza laboral, marcada por los contratos parciales de carácter involuntario, y continuar con el incremento salarial pactado en el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.
Los datos de paro correspondientes al mes de agosto, publicados hoy por el Servicio Público de Empleo (SEPE), muestran un aumento de 24.826 personas desempleadas respecto al mes anterior. Por su parte, la afiliación registra un retroceso de 185.385 personas, una tendencia habitual para los meses de agosto al coincidir con el periodo estival y el cierre por vacaciones de muchas empresas.
En conjunto, el paro registrado se ha situado en 2.702.700 personas, 221.540 menos que el mismo mes del año anterior; por lo que, a pesar de su aumento mensual, aún supone el dato más bajo para un mes de agosto desde 2008. Con respecto a la afiliación, el número total de personas afiliadas este mes alcanza las 20.706.500, el máximo para un mes de agosto de la serie histórica, y 555.499 más que el mismo mes del pasado año. A su vez, si se observa el dato desestacionalizado, más adecuado para analizar la evolución estructural, se tiene una caída del paro de 23.373 personas y un aumento de la afiliación de 17.745 personas en agosto, dando cuenta de que, una vez eliminado el componente estacional, el mercado laboral continúa creando empleo a pesar de las adversidades del contexto económico y político nacional e internacional. De hecho, el aumento de la afiliación en el periodo enero-agosto ya supera el registrado para todo el año 2022 en términos desestacionalizados.
Para UGT, tras veinte meses desde que entrara en vigor la última reforma laboral, ya es posible observar una cierta tendencia hacia la estabilización del mercado de trabajo: los picos de contratación que se producían en los meses de verano se están moderando con motivo del impulso dado a la contratación indefinida, con el fijo discontinuo como contrato dominante para estas actividades estacionales o intermitentes que más sufrían la excesiva temporalidad y rotación laboral. Así, las empresas adelantan las contrataciones y estabilizan sus plantillas antes del comienzo de la temporada, reduciendo los vaivenes estacionales y aportando un extra de seguridad a las personas trabajadoras, que saben que su relación laboral con la empresa no terminará con el fin del verano.
Por ello, aunque el número total de contratos registrados es inferior a los firmados en los años anteriores a la reforma laboral, se trata de una buena noticia, puesto que refleja que se ha producido una sustancial mejora de la calidad del empleo generado, ganando peso la contratación indefinida y reduciéndose la temporalidad hasta mínimos históricos. En cifras, se puede observar que, del total de 1.088.831 contratos registrados, 418.927 son indefinidos, lo que supone el 38,5% de la contratación, mientras que anteriormente apenas alcanzaba el 10% de los contratos. Entre los indefinidos, además, predomina la modalidad a tiempo completo, que asciende al 41% del total de indefinidos. A su vez, la tasa de temporalidad de la afiliación se sitúa en el 15%, casi la mitad de la existente antes de la reforma (30%), siendo aún más relevante la caída de la temporalidad de los jóvenes, que ha pasado del 53% al 25% en el mismo periodo.
Unos datos que, sin duda, son muy buenos, pues confirman que la estabilidad laboral comienza a ser la norma del mercado de trabajo. A pesar de ello, UGT lamenta que, debido sobre todo al difícil contexto económico, estas mejores condiciones laborales no se acaben de trasladar a una mayor calidad de vida del conjunto de la clase trabajadora, pues aún hay miles de personas que sufren los estragos de la precariedad y la pobreza laboral: la última EPA señaló que el 11,6% de las personas ocupadas se encuentran en riesgo de pobreza, siendo la elevada parcialidad, sobre todo aquélla de carácter involuntario, su principal causa.
Esta situación es muy preocupante, pues se materializa en personas trabajadoras que no pueden satisfacer sus necesidades vitales más básicas. La crisis inflacionista aún continúa presente en productos tan básicos como los alimentos, y el precio de los alquileres está generando una verdadera emergencia habitacional en las grandes ciudades y las zonas turísticas, donde es imposible alquilar una vivienda a precios asequibles. Como ya denunció UGT, esta realidad es inaceptable, pues está obligando a personas trabajadoras a residir en campamentos durante la temporada por no poder acceder a una vivienda digna. Algo que es incluso contrario a los derechos humanos y que debe acabar cuanto antes, aumentando los salarios conforme a los incrementos acordados en el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), además de llevando a cabo medidas extraordinarias, especialmente en materia de vivienda, para aquellas áreas más castigadas por el turismo intensivo.