- Las condiciones laborales afectan directamente a la salud mental de las personas, encontramos un ejemplo en el personal sanitario, socio sanitario y personal esencial, que está sufriendo elevadas tasas de depresión y ansiedad en la actualidad.
- Es indispensable que las empresas cumplan con la normativa en materia de prevención de riesgos laborales y realicen evaluaciones de riesgos psicosociales, también en caso de teletrabajo, así como actualizar el Listado de Enfermedades Profesionales con patologías relacionadas con los riesgos psicosociales como ya hizo la OIT.
En el Día Mundial de la Depresión, la Unión General de Trabajadores quiere recordar que tanto la depresión como los cuadros de ansiedad son problemas de salud mental que afectan, sin ninguna duda, a la capacidad para trabajar.
Según la OMS, más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión, un trastorno que es la principal causa de discapacidad, y más de 260 millones tienen trastornos de ansiedad. Los trastornos mentales son más frecuentes y causan más sufrimiento y discapacidad que cualquier otra condición.
El sindicato subraya que los riesgos laborales de tipo psicosocial pueden afectar negativamente a la salud de los trabajadores y trabajadoras. El estrés laboral, el miedo a perder el trabajo, la inseguridad laboral y una mala organización del trabajo afectan directamente a la salud mental de los trabajadores y generan costes elevados tanto para aquellos que ven perjudicada su salud, como para las empresas debido a las jornadas laborales no trabajadas y para la sanidad pública que debe asumir los costes del tratamiento y rehabilitación.
Un ejemplo muy actual de como el trabajo puede afectar de forma negativa a la salud mental lo encontramos en el personal sanitario, socio sanitario y personal esencial, el cual está sufriendo tasas de depresión y ansiedad mayores a las del resto de la población debido a las situaciones que han vivido en su entorno laboral provocadas por la pandemia de COVID-19. Otros muchos trabajadores y trabajadoras también se han visto afectados por los riesgos psicosociales derivados del miedo al contagio por COVID-19 a la hora de reincorporarse a sus puestos de trabajo, así como a la inseguridad laboral y pérdida de empleo provocada por la crisis económica.
En España, centrándonos en la esfera que pertenece al entorno laboral y, según las estimaciones del estudio “Costes socio-económicos de los riesgos psicosociales. Balance de situación actual y propuestas metodológicas para avanzar en su medición o cálculo” (2013), promovido por UGT y coordinado por la Universidad de Málaga, podemos decir que entre el 11 y el 27% de los trastornos mentales pueden ser atribuidos a las condiciones de trabajo y que el coste sanitario directo de los trastornos mentales y del comportamiento atribuibles al trabajo se estimó entre 150 y 372 millones de euros para el año 2010, lo que equivale entre el 0,24% al 0,58% del total de gasto sanitario para ese año.
Prevenir los riesgos psicosociales
Para prevenir los riesgos psicosociales de origen laboral es indispensable que las empresas cumplan con la normativa en materia de prevención de riesgos laborales. No olvidemos que los trastornos mentales son el principal factor de riesgo asociado al suicidio, aunque también pueden identificarse otros como los dolores crónicos, los trastornos emocionales, el abuso de sustancias, la pérdida del empleo o el estrés laboral y otros factores relacionados con el trabajo. La depresión es la puerta de entrada a la conducta suicida.
Por todo ello, las empresas deben realizar evaluaciones de riesgos psicosociales y aplicar medidas preventivas para eliminar o reducir al máximo los riesgos existentes. Estas evaluaciones también deben realizarse en los casos de teletrabajo según lo dispuesto en el art. 16 del Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre de trabajo a distancia.
Por otra parte, el sindicato propone actualización del Listado de Enfermedades Profesionales Español con el objetivo de incluir aquellas patologías relacionadas con los riesgos psicosociales, siguiendo el ejemplo de la OIT que en el año 2010 ya incluyo los trastornos mentales o del comportamiento en su listado.