Continúa la baja inflación por el desplome de la demanda
- UGT considera que hay que aprovechar el escenario de baja inflación para implementar las políticas de impulso económico que precisa nuestro país. El objetivo, si las condiciones sanitarias lo permiten, debe ser la reactivación de la actividad y del consumo, la recuperación de la confianza empresarial y la creación de empleo de calidad.
- Para ello se deben convocar las mesas de diálogo social necesarias para abordar, de manera urgente y con el mayor consenso posible, las reformas que se precisen para generar un crecimiento económico rápido, equilibrado y sostenible social y medioambientalmente.
- El sindicato considera que una vez se reactive la demanda será necesaria una especial vigilancia de la evolución de los precios, por parte del Ministerio de Asuntos Económicos, para evitar que surjan tensiones en los precios de determinados bienes y servicios, en especial los que afecten a consumos de primera necesidad o que tengan mayor incidencia sobre los grupos de población más vulnerables.
Hoy se han publicado los datos correspondientes al IPC del mes de julio por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), que confirman una variación mensual de -0,9% respecto del mes de junio, lo que sitúa su tasa anual en -0,6%. De este modo es el cuarto mes consecutivo que registra un IPC anual negativo, reflejando el impacto deflacionista de la pandemia COVID-19, como consecuencia del hundimiento del consumo que ha provocado, y que se ha producido en un escenario en el que ya la inflación era muy moderada, con tasas inferiores al 1%.
Como novedad metodológica, en el mes de julio el INE ha vuelto a recoger presencialmente los precios, manteniéndose la recogida telemática solo en aquellos casos recomendados por seguridad sanitaria. Igualmente, se han abandonado métodos de estimación de precios aplicados durante el estado de alarma, ante la imposibilidad de la toma de muestras normal. No obstante, en julio se siguen publicando los Grupos especiales de bienes y servicios COVID-19, que pretenden recoger la evolución de los precios de los productos más consumidos en el período de confinamiento, y cuyas tasas anuales se han situado, respectivamente, en el 1,8%, y en el -2,9%.
Es de esperar que la progresiva reactivación de la economía (siempre que el empeoramiento sanitario constatado en las últimas semanas no induzca nuevas medidas de paralización de la actividad) produzca una normalización del comportamiento de los precios, que deberían tender a recuperar tasas positivas, aunque muy moderadas, debido tanto al impacto de los persistentes bajos precios del petróleo (de gran peso sobre el conjunto de precios de los bienes energéticos) como de la necesidad de incentivar el consumo por parte de las empresas. La inflación subyacente, que elimina los precios de los alimentos frescos y de los productos energéticos, disminuye cuatro décimas, hasta el 0,6%, con lo que se sitúa más de un punto por encima de la del IPC general. Este dato indica la existencia de una baja inflación estructural, incluso una vez superado el paréntesis de la pandemia.
En definitiva, el escenario de baja inflación actual (deflación, en realidad, en estos momentos) es propicio para la puesta en marcha de las políticas de impulso económico que precisa nuestro país, y que requieren de la movilización de decenas de miles de millones de euros. Es el momento de fijar como objetivo primario la reactivación de la actividad y del consumo, la recuperación de la confianza empresarial y la creación de empleo de calidad, sin que esta estrategia debe verse perturbada por preocupaciones inflacionistas. Al contrario, es preciso salir de la depresión actual poniendo en marcha todos instrumentos a nuestro alcance, y manteniendo siempre como guía la seguridad sanitaria, de la que depende todo lo demás. Si se agudiza el rebrote de la enfermedad, la recuperación no será posible.
Para ello, es preciso que el Gobierno ponga en marcha cuanto antes las mesas de diálogo social necesarias para abordar, de manera urgente y con el mayor consenso posible, las actuaciones y reformas necesarias para generar un crecimiento económico rápido, equilibrado y sostenible social y medioambientalmente. Desde UGT planteamos una estrategia global de reactivación, que se detalla en el documento “Un país con futuro. Propuesta sindical para la construcción de un nuevo país”, que realizamos conjuntamente con CCOO, y que entregamos en el mes de abril a la Comisión del Congreso para la Reconstrucción Social y Económica.
Con todo, la progresiva (y deseable) reactivación de la demanda y el consumo no incidirá igual sobre los precios de todos los bienes y servicios, sino que generará previsiblemente grandes discrepancias entre unas y otras actividades en función de su nivel de competencia, del carácter necesario o no de su consumo por parte de la población o del impacto que haya tenido la pandemia sobre los resultados del sector.
Por ello, y más allá de la medición separada de diferentes grupos de bienes y servicios que ha realizado el INE durante este período, será necesaria una especial vigilancia de esta evolución de los precios, realizando un seguimiento y análisis continuo y con transparencia pública. En este sentido, el Ministerio de Asuntos Económicos debe ser el encargado de realizar esta labor de seguimiento activo, para evitar que surjan tensiones en los precios de aquellos bienes y servicios que recobren un nivel de demanda relevante, y en especial los que afecten a consumos de primera necesidad o que tengan mayor incidencia sobre los grupos de población más vulnerables.